Hogar, dulce hogar

Hace un tiempo me di cuenta de que lo que hacia mientras viajaba era construir mi casita dentro de mí. Y a medida que esa arquitectura progresaba en mi interior, en el exterior me sentía mas a gusto y en casa en cualquier sitio. Hasta que ha llegado el punto en el que he regresado a mi casa casa, y se siente tan bien! Me muero de las ganas de quedarme aquí un buen tiempo y enraizarme bien a la tierra. De construir un nido que este en alineación con aquello que me fui buscando tan lejos y que siga siendo flexible para algún que otro viajecito. Aunque ya no se trata de viajar, siento que lo verdaderamente importante para mí es el equilibrio. Después de tantos años entre las nubes, ahora el cuerpo me pide aterrizar y explorar más la tierra. Esta siendo un precioso camino.

Cuando salí de Madrid, no veía la hora de irme. No resonaba con mi barrio, ni con la gente de mi universidad, ni con la sociedad o cultura en general. Tenía grandes prejuicios a cerca de esta ciudad, y supongo que en general, estaba medio peleada con el mundo. Hoy, después de 6 años y medio de viajes y aventuras, me siento aquí en mi reino!

Pondré todo de mi parte para manifestar aquí, en mi casa, esas energías que tanto he buscado en los confines de la tierra. Porque, al final, siempre he sentido fuertemente que tenemos todo lo que necesitamos justo aquí y no hace falta ir a ninguna parte a buscarlo… y sin embargo, divina paradoja, yo me fui tan lejos y por tanto tiempo. Todo pasa por algo, y me siento bendecida con la nueva percepción de mi hogar. Nunca me he sentido tan cómoda aquí, y con tantas ganas de quedarme, quien lo iba a decir!

Olé Madrid!